viernes, 10 de mayo de 2013

El sueño eterno. Howard Hawks. 1946.



FICHA TÉCNICA

Título: El sueño eterno.
Título original: The Big Sleep.
Año: 1946
Duración: 114 min.
País: Estados Unidos.
Director:Howard Hawks
Guión:William Faulkner, Leigh Brackett, Jules Furthman (Novela: Raymond Chandler)
Música: Max Steiner.
Fotografía: Sid Hickox (B&W)
Reparto: Humphrey Bogart, Lauren Bacall, John Ridgely, Martha Vickers, Dorothy Malone, Regis Toomey, Elisha Cook Jr., Peggy Knudsen
Productora: Warner Bros. Pictures
Género: Cine negro.

Sinopsis

Un general millonario y excéntrico tiene dos hijas que están involucradas en asuntos más bien turbios. Por esta razón, llama al detective privado Philip Marlowe, para que le ayude a solucionar sus problemas familiares. Marlowe comienza a investigar, pero descubre que cada uno de los problemas se ramifica, y el caso se convierte en una auténtica maraña. 

Interesante:

Lo fundamental de esta película es que la trama de la misma no es lo esencial. El argumento es la excusa, el vehículo que utiliza Hawks para plantear preguntas y construir un espejo que nos devuelve la auténtica complejidad de las relaciones humanas. Es esta mirada del mundo, propia de la novela y del cine negro, la que otorga todo su significado a El sueño eterno. Las relaciones y el modo en que los personajes las establecen (casi sería mejor decir, entretejen), sus diálogos (rápidos y locuaces como en el mejor Hawks, imposible sacarles más punta), la creación de ese mundo oscuro y claustrofóbico… todo ello es mucho más importante que la resolución de la trama criminal. No importa el quién sino el porqué alguien ha sido asesinado. Así, la muerte sobrevuela todo el film, erigiéndose en la silenciosa protagonista del mismo, mientras Vivian y Marlowe viven su historia de amor. Amor y muerte, cine negro: el sueño más oscuro.
Bogart y Bacall están inconmensurables. De hecho, el film fue pensado como vehículo para aprovechar el tirón de taquilla tras el éxito de la pareja en Tener y no tener (la pareja contrajo matrimonio poco antes de que El sueño eterno viera la luz. Al acabar el rodaje, se decidió añadir algunas escenas para enfatizar la historia de amor entre Marlowe y Vivian. Esto, que en muchos casos supone que la historia se disperse y no aporte nada a la misma, en manos de Howard Hawks es otro punto a destacar de la película. Hawks aprovechó estas escenas para aportar un tono de comedia (mención aparte merecen las apariciones de dos chicas –la anticuaria y la taxista– que entablan una relación profesional y esporádica con el detective) que humanizan a Marlowe y Vivian, en contraste con el resto de personajes que aparecen en el film. En este sentido cabría destacar dos escenas, una es aquella que ocurre en el restaurante en la que la pareja charla sobre caballos aunque resulta más que evidente la soterrada carga sexual que guardan las palabras de Marlowe y Vivian. La otra, digna de cualquiera de las comedias de Hawks, es aquella en la que telefonean a la policía y luego tratan de convencer a su interlocutor de qué ha sido él quién ha realizado la llamada.

Bogart encarnaba a la perfección la figura del aventurero hawksiano, aguerrido y fiel a sus principios hasta el final. Por su parte Bacall es la mujer que tantas veces hemos visto en las películas del director: guapa, elegante y altiva, inteligente, sensual, sin miedos y con iniciativas ante los problemas y generosa ante el héroe.Howard Hawks no solía complicarse mucho a la hora de escoger sus equipos: “simplemente” escogía a los mejores. El, muchas veces mal entendido, estilo sencillo de Hawks vuelve a tener en El sueño eterno al ritmo como motor principal. Una cámara que permanece siempre a la altura del hombre y que se dedica a mostrarnos las vicisitudes de un detective privado que se encuentra en el centro de un universo caótico cuyo sentido intenta restablecer. 

La película se abre directamente con la llegada de Marlowe a la mansión de los Sternwood. No hay flashbacks ni voces en off del detective que nos explique cómo y por qué llega allí, ni que nos explique la complejidad de la investigación. Tampoco hay extrañas angulaciones de cámara, tan propias del cine negro y tan odiadas por el director. Hawks nos muestra lo que hay. Todas las escenas de la película comienzan y terminan con Humphrey Bogart. Marlowe está presente en cada una de las escenas del film y es que Hawks pretende mostrarnos todo lo que sucede en torno a la investigación del detective. Sin pausa alguna, las escenas van pasando y ofreciéndonos en cada una de ellas datos muy importantes para el desarrollo de la trama y para el sentido final de la película. Hawks nos cuenta una historia llena de amenazas y peligros, tan de su gusto que bombardea al espectador constantemente con estos elementos.
 
Hablar acerca de El sueño eterno es hacerlo de una obra maestra incontestable. Es un auténtico clásico. Es tan notable la atmósfera y el clima del relato, son tan memorables algunas de sus secuencias, la química entre Bogart y Bacall, los diálogos… Si a ello le añadimos toda la leyenda en torno al rodaje: el alcoholismo de Bogart, su divorcio y el posterior romance con una Lauren Bacall veinte años más joven que él, el perfeccionismo de Hawks, la insistencia del estudio por un argumento más comprensible… El resultado: un placer desbordante, una joya del cine negro.
 



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